ESPELEOLOGÍA

Mi principal afición, la espeleología, me ha hecho vivir grandes e inolvidables momentos, desde descubrir nuevas cuevas y galerías, hasta compartir con mis compañeros y amigos esas inolvidables sensaciones. Desde que en 1.975 mi amigo Juan Moreno me introdujo en este fantástico mundo hasta la fecha, se han ido sucediendo vivencias que han ido acumulándose en un gran “saco”.
A la izquierda, con Felipe Román, en el Karst de la Utrera en 2.004, después de descubrir un impresionante yacimiento arqueologico en la Sima del Yacimiento; y a la derecha con Juan Moreno, en la boca de la Sima del Republicano en 2.006, después de diversos trabajos de exploración en la Galería del Espejo de Falla, en la conexión Cabito-Republicano.

Está claro que desde que cayó en mis manos una cámara fotográfica, esta debía descender conmigo al mundo subterráneo, para poder mostrar la belleza de esos lugares misteriosos ocultos en las entrañas de la tierra.
A la izquierda, en la boca de la Cueva del Gato, después de una larga travesía fotográfica del Sistema Subterráneo Hundidero-Gato; y la derecha otro insustituible compañero de aventuras subterráneas en acción, Iván Torres.

Las posibilidades de la fotografía subterránea son innumerables desde las cambiantes variedades cromáticas que nos pueden aportar los minerales hasta el juego de sombras y luces, sin dejarnos atrás las impresionantes secuencias del esforzado trabajo de mis compañeros espeleólogos en las diferentes exploraciones subterráneas.
El trabajo fotográfico en una cavidad no es nada fácil, es un medio muy hostil, donde la humedad, el barro, la arena, el agua… juegan en nuestra contra; aunque a veces nos aportan imágenes que no podemos dejar de captar. En las cavidades la oscuridad es total, tan sólo rota por las luces de los cascos, por lo que en ocasiones es preciso preparar a conciencia el trabajo fotográfico que queremos llevar a cabo. De igual manera este juego de luces y sombras son los que nos van a permitir conseguir unos resultados irrepetibles.